Este el caso de unos trabajadores que ante la quiebra de su empresa, han decidido comprarla, empleando para ello el dinero de sus liquidaciones. ¿Un ejemplo de coraje? ¿Una manera de sobreponerse a la adversidad?
De empleados a propietarios. En
cuatro palabras se resume una transición laboral que les ha costado dos años de
angustias y pelea judicial para sacar adelante un proyecto que los aleja de la
larga cola del paro. 39 de los 74 extrabajadores de Privilege, una planta que
fabrica tableros de aglomerado de cuarzo para encimeras de cocina y baño en
Narón, se han hecho con las riendas de su antigua empresa y apuran los trámites
para volver a producir bajo el nombre de Seaquarz.
“Todos somos
socios-trabajadores”, presumen. La mitad de la antigua plantilla se ha
embarcado en una aventura empresarial que les ha supuesto muchos sacrificios
personales a base de estirar los ahorros mientras el panorama jurídico no se
despejaba. Se constituyeron como Sociedad Limitada Laboral (SLL) y destinaron
el importe íntegro de la suma de sus finiquitos, unos 650.000 euros, a pujar
por su antigua fábrica. Petrificados se quedaron cuando un juzgado coruñés se
la adjudicó en subasta pública a los mismos dueños que la habían llevado a la
quiebra con una oferta de seis millones a través de una empresa pantalla creada
para la subasta.
Sus anteriores propietarios, una
familia italiana al frente del grupo Quarella, no llegaron a depositar ni un
céntimo y, por descarte, la propiedad cayó en manos de Seaquarz, la segunda
oferta. El 3 de octubre, firmaron la compra por 2,6 millones de euros. “Solo
hay 12 o 14 empresas en todo el mundo que fabriquen esto y a ninguna le ha ido
mal”, asegura Franciso Zurita, presidente de la cooperativa laboral. Achaca la
quiebra de Privilege a la mala gestión de Quarella y está absolutamente
convencido de que la fábrica naronesa es viable con un plan de negocio al que
ya han puesto cifras y que mira a los mercados de Australia y Estados Unidos
como destinatarios de un producto que planean exportar en un 90%.
La historia de Privilege es
similar a la de otras firmas que aterrizaron en la comarca ferrolana atraídas
por las ayudas de las Administraciones para diversificar la industria de una
ría que encadena crisis y reconversiones navales. Abrió sus puertas en 1991
bajo el nombre de Tilestone tirando de las subvenciones de la ZUR (Zona Urgente
de Reindustrialización) y la ZID (Zona Industrial en Declive) para Ferrolterra.
En 1995, el 60% del accionariado pasó a manos de Quarella y el resto de la
propiedad se la repartían a medias dos entes públicos: Sepides y Xesgalicia.
La fábrica ocupa la mitad de una
inmensa parcela de 45.000 metros cuadrados en el polígono de As Lagoas y en sus
buenos tiempos empleó a un centenar de personas. Quebró a principios de 2012
tras beneficiarse de unos tres millones en ayudas públicas, calculan sus
extrabajadores. Tras un año de incertidumbre, en enero, el juzgado de lo
Mercantil número 1 de A Coruña adjudicó la empresa a Poliver Iberia, SL,
registrada poco antes de la puja y que manejaba Raffaele Zanotta,
exadministrador de Privilege. El dinero que ofertaron por la nave y la
maquinaria nunca llegó y, de rebote, la fábrica le tocó a sus antiguos
operarios.
“Ha sido un gran esfuerzo porque
dábamos pasos adelante y atrás y cundía el desánimo”, explica Emilio Casas,
vicepresidente de la cooperativa. “El desgaste fue enorme porque estábamos
luchando por algo que no sabíamos si podríamos tener”, dice Zurita. “Está hecho
y hay que sacarlo adelante por narices”, sentencia el presidente de la
cooperativa.
Los nuevos dueños de Seaquarz
están deseando enfundarse el mono. Han pasado dos años desde que la empresa
cerró y a la mayoría no les quedan más que dos o tres meses de paro, cuentan.
La cooperativa ha dado de alta en la Seguridad Social a 10 de los 39 socios que
estaban a punto de agotar sus prestaciones para que hagan los primeros trabajos
de puesta a punto de las máquinas y están pendientes de que Xesgalicia libere
un adelanto (300.000 euros) del crédito de 1,5 millones que tienen comprometido
para comprar el material y reestablecer el suministro.
Están trabajando en una carta de
colores para sus encimeras de cuarzo y negocian con los distribuidores la mejor
forma de colocarlas en los mercados australes. “Las sensaciones son buenas”,
dicen en la cooperativa, pero mientras toca mirar con lupa como se gasta cada
euro. Incluso han pensado en trabajar por las noches con un turno único de ocho
horas porque la electricidad es más barata en ese tramo horario y producir les
costaría menos. Pondrán a rodar las máquinas en diciembre para fabricar los
primeros metros de tablero de cuarzo y granito. Durante el concurso de
acreedores han mantenido el contacto con sus antiguos clientes a los que
esperan vender 150.000 metros anuales con el objetivo de triplicar la
producción más adelante.
En la puerta de Privilege se
apilan docenas de palés con planchas de cuarzo, una pequeña parte del stock que
les quedó pendiente de colocar cuando los directivos italianos de la firma se
declararon en la ruina. Hay otros tantos lotes dentro de la nave y en la parte
de atrás de la propiedad. A esta mercancía que ya daban por perdida le ha
salido un inesperado comprador australiano, Romaxx Quartz Surfaces, que la
colocará en Oriente Medio como encimera en viviendas, hoteles y clubes de Abu
Dhabi (Dubai) y otros emiratos árabes. La venta, que han cerrado en unos
500.000 euros, explica Casas, les dará la liquidez que necesitan para echar a
rodar. La Administración gallega comprometió un crédito de 1,5 millones del que
no han visto ni un euro. Apremian al Gobierno gallego para que desbloquee un
anticipo de 300.000 euros que necesitan para importar la piedra de Turquía e
Israel y dar de alta la nave en Fenosa.
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